miércoles, 19 de febrero de 2014

Heridas invisibles

Soy el Dios de la incerteza
en el orden absoluto.
Me gobierna una mentira
que destruye mi alma inepta
y mi corazón corrupto.
Más quisiera yo pedir
si merecerlo pudiera;
que me equivoco por vicio
y por costumbre desisto
en mi afán de fantasías
entre sueños y quimeras.

Ya no me atrevo a llorar,
porque no me quedan lágrimas
que derramar en este día.
Maldigo esta obsesión mía
que no alcanzo a descifrar,
mientras duermo castigado
por lujurias y codicias...
Y despierto ensangrentado;
tengo el corazón abierto
y medio pecho desgarrado.
-¡Disfrazaré mis heridas!
-es lo primero que pienso.

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