lunes, 22 de julio de 2013

Huida I

Se cayeron los destellos
de aquel techo moribundo
en retazos de recuerdos
que jamás verán el sol.

Se olvidaron de los besos
por la angustia del adiós
a los cantos de los cuervos
que rodean mi verdugo.

Encontré con la mirada
la constelación divina,
luz de lágrima callada
que lloró por accidente.

Flor de loto desterrada…
divagué rápidamente
pero no pude evitarla,
ella me pertenecía.