sábado, 2 de marzo de 2013

Arena.

He sido víctima una y otra vez,
de esas, sus fauces: la tentación.
Tiendo al vacío, que es mi temor.
He caído rendido, no sé por qué,
a ese cabello, la perfección.
Quiero tus labios... pido perdón.

Es el aire, el que vira y suspira.
Mi gran envidia: vive contigo,
tu acompañante, mi gran amigo.
Son mis ojos: te buscan y te miran.
Cuando te encuentro, olvido el brío.
Cuando no estás, pierdo el instinto.

Roza el viento las aguas cristalinas
de riachuelos cerca del mar:
iris en tus ojos al brillar.
Bajo el cielo los árboles suspiran...
sólo el silencio les oye hablar,
callando siempre, si tú no estás.

En la orilla resuena tu violín:
eco en las montañas y praderas,
dueño de los sueños que despierta.
Dueña de la sombra del jazmín
es tu voz, tu voz que en mi cabeza
vive, que en mi cabeza se queda.

No tengo miedo al rechazo: hoy no.
Tengo miedo a perderme entre dunas
por no encontrar tu claro de luna.
Luna de Sevilla, humillas al sol.
Aprópiate de mi alma y mi pluma,
destruye mi quimera nocturna.

Arena.
Sin palabras me quedo por arena.
Tan sólo quiero arena.

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